jueves, 3 de noviembre de 2011

La agenda de octubre, la agenda del TIPNIS y los contornos líquidos de un debate impostergable.

La octava marcha indígena de la CIDOB, que sostuvo como demanda principal que se detenga el segundo tramo de la carretera, demostró la fuerza de los indígenas de tierras bajas como actores políticos. El conflicto remueve el campo político boliviano, promoviendo importantes cambios tanto en el gobierno, como en la oposición, logrando así el cumplimiento de sus demandas, pero a la vez, reivindica el cumplimiento de inclusión, no solamente nominal, de la agenda de octubre. El proceso pone de manifiesto que los temas de tierra, territorio y el cuidado del medio ambiente, y fundamentalmente el respeto a los derechos humanos y garantías establecidas por la Constitución, son los que guiarán los debates y acciones en lo que queda de gestión gubernamental. El ERI, debatió estos temas considerando las distintas posiciones de los indígenas y del gobierno, a la conclusión del conflicto presenta estos puntos de reflexión.
El  multitudinario recibimiento que dio la población de La Paz, el 19 de octubre de 2011, a la llegada de la marcha indígena responde a un reconocimiento de las demandas de defensa del medio ambiente y los territorios, por un lado, y por otro, una coincidencia en el rechazo a la represión a la que fueron sometidos en Yucumo el 25 de septiembre. Los pueblos indígenas de tierras bajas son el puente o la bisagra del proceso entre oriente y occidente, ya que posibilitan a través de sus memorias colectivas, imaginarios sociales y relatos cosmológicos desmontar, deconstruir y demostrar la falacia de uno de los principales mitos ideológicos en el oriente sobre los que se asienta la hegemonía de la élite cruceña: el regionalismo presentado políticamente como la lucha entre cambas y collas, entre lo andino y lo amazónico, las fronteras materiales y simbólicas trazadas en la media luna y la irresuelta tensión entre Estado y región. El dispositivo ideológico y discursivo del regionalismo permanentemente ha invisibilizado al interior del espacio de lo cruceño otras reivindicaciones, repertorios sociales y procesos emancipativos necesarios de profundizar, por lo que los pueblos indígenas de tierras bajas han desarrollado los “otros” lenguajes políticos posibles y alianzas políticas requeridas para fracturar la dominación hegemónica en el oriente.
Los indígenas de tierras bajas como actores y sujetos políticos,
 Sin la presencia y participación activa de estos pueblos y etnias desde sus miradas cosmológicas y repertorios de acción colectiva presentes en las sucesivas marchas realizadas desde fines de los ochenta del siglo pasado, no hubiera existido proceso de cambio en el oriente, (y sin el oriente, no hubiera habido proceso de cambio ascendente, seguro y estable en las tierras altas) ya que los contenidos, reivindicaciones, procesos de emancipación y alianzas históricas con elementos interculturales llegan a los llanos a través de estos pueblos.
De la mano de los pueblos y etnias de tierras bajas se ha ido sensibilizando a la sociedad (cruceña y nacional) respecto a los significados y urgencias de una agenda del Buen Vivir bajo los lenguajes de la restitución de los territorios ancestrales, los usos y costumbres milenarios que aportan al debate respecto a los equilibrios entre hombre y naturaleza, las tradiciones de lo no tocado por la civilización occidental y la cultura del bosque y la selva amazónica. Las palabras de una joven activista social cruceña, comprometida tanto con el proceso de cambio como con las reivindicaciones de los pueblos de tierras bajas, resumen los sentimientos encontrados de muchos ciudadanos en el contexto del conflicto del TIPNIS: “los indígenas de tierras bajas no sólo cumplen el rol de aliados (respecto al Pacto de Unidad, del MAS y del Gobierno), sino que encarnan el proceso”. Por lo tanto, la octava marcha es un punto de clímax en la historicidad de las sucesivas marchas realizadas desde fines de la década de los ochenta del siglo pasado, llegando a cohesionar a los pueblos indígenas de tal manera que plantean su mirada cosmológica al debate respecto al Buen Vivir, convirtiéndolos en un movimiento indígena compacto, con identidad, proyecto y proyección histórica.
Enemistad dentro del campo político progresista
Entre los años 2010 y 2011 vivimos una situación de traspaso de la lucha entre bloques históricos y políticos en antagonismo (o la lucha inter hegemónica) hacia la lucha entre aliados al interior del mismo bloque indiano originario campesino y popular (o la lucha intra hegemónica).[1] En la lógica de la lucha inter hegemónica entre fuerzas políticas contrarias de derechas y de izquierdas, la polarización política genera adhesión de conciencia, agregación de preferencias y movilización de voluntades entre los miembros del mismo espectro ideológico, pero en la lógica de lucha intra hegemónica entre fuerzas del campo de izquierdas progresistas, la polarización política tiene el efecto de dispersión, de conversión de aliados en adversarios y de adversarios en rivales[2], acercando las posiciones de las disidencias peligrosamente a las fronteras políticas de la oposición.
Si no se contextualizan las luchas, posiciones y discursos tanto del Gobierno como de los pueblos indígenas de tierras bajas se corre el riesgo histórico de enfrentar bajo una mirada reduccionista a actores de un mismo proceso, que de tener discrepancias, disidencias y posiciones encontradas se conviertan - por la interesada actuación política de los medios masivos de comunicación y los soportes digitales de las redes sociales - no solo en rivales sino en enemigos. La obligada pregunta lógica que surge a continuación es ¿a quién conviene esta enemistad producida al interior del campo político progresista?
Una nueva agenda en torno al TIPNIS.
En una entrevista reciente[3], Boaventura de Souza afirma que las contradicciones en el campo político de la izquierda provienen de tres elementos: a) las viejas izquierdas en el sur han sido modeladas por las izquierdas europeas, por lo que reproducen el eurocentrismo monocultural moderno que plantea una limitación epistemológica en la forma de imaginar y gestionar los nuevos espacios, contenidos y lenguajes progresistas, b) las izquierdas se polarizaban fácilmente alrededor de la lucha por el poder (el acceso y control del Estado), tensionadas a través de divisiones ideológicas y c) las izquierdas tenían la misma concepción de desarrollo de fuerzas productivas y de explotación de la naturaleza, basados en el modelo moderno de desarrollismo industrial. Bajo esta lógica, la diferencia fundamental entre izquierdas y derechas radicaría en la titularidad (privada o colectiva) de las fuerzas productivas y medios de producción, sin cuestionar el paradigma desarrollista.
Lo analizado por de Souza manifiesta el trasfondo de un paradigma dominante de las izquierdas en América Latina….el desarrollismo industrialista modernizante que ostenta la propiedad estatal, colectiva y/o mixta de los medios y fuerzas de producción. Por lo tanto, la consolidación de un movimiento indígena de tierras bajas cuestiona esencialmente estos trasfondos de la idea dominante de las izquierdas en el país, en donde el principal debate ha radicado en asumir el control del Estado y la titularidad de los medios y fuerzas de producción pero no ha cuestionado en esencia al paradigma de desarrollo industrialista modernizante.
Evidencia la existencia de varios registros de debates inconclusos en la etapa pos constituyente del proceso de cambio que corren por encima de la división ideológica moderna entre derechas e izquierdas, pues plantea la posibilidad de que existan otros actores, sujetos, identidades, lenguajes, soportes y escenarios posibles a las de las encarnaciones de clase obrera, minera, campesinas y originarias de tierras altas en el horizonte de la izquierda pos capitalista. Por otro lado, reactualiza  - en un contexto de sucesivas crisis mundiales crecientes -  la desconfianza de Marx respecto a las limitaciones reales de cambio bajo la égida del Estado. También introduce contenidos cosmológicos e inter civilizatorios desde tierras bajas al debate pos capitalista sobre el Buen Vivir al cuestionar el paradigma moderno de crecimiento y desarrollo ilimitado basado en la industria depredadora de recursos naturales y matriz energética intensiva en hidrocarburos.
El Vicepresidente García Linera, quien introduce la posibilidad de “tensiones creativas” en el seno del pueblo[4], interpretando la cronología política de las fases por las que atraviesa el proceso de cambio. Tomando e reinterpretando dicha categoría analítica bajo otras miradas posibles, podemos encontrar que bajo el contexto de las contradicciones en el campo de la izquierda desarrolladas con anterioridad, existen “tensiones creativas” entre la agenda de octubre que fue el corolario de las movilizaciones sociales de fines del siglo XX y la emergencia de una agenda de septiembre en torno al TIPNIS, como vórtice de los nuevos debates en el horizonte de la crisis económica mundial de fines del sistema mundo capitalista.
La existencia de una nueva agenda que surge a partir de la VIII marcha vislumbra que el trasfondo a la problemática del TIPNIS tiene varias dimensiones y que no se reduce simplemente a la construcción (o no) de la carretera, ya que visibiliza los sucesivos debates pendientes desde la agenda de octubre. Al hablar de tensiones creativas entre la agenda de octubre y la agenda de la VIII marcha del TIPNIS se interpreta que dichas agendas no están contrapuestas ni constituyen oposiciones entre sí sino todo lo contrario, plantean la continuidad y secuencialidad del proceso que avanza. El debate social en torno a la nueva agenda emergente del TIPNIS posibilita el aporte del país a un urgente debate mundial respecto a la construcción de una alternativa a la crisis del sistema mundo capitalista, que trascienda las limitaciones de las contradicciones de las izquierdas, que retome una dialéctica de la historia pos estatal y que presente una opción al paradigma del desarrollo industrial depredador.
La derecha utiliza las demandas indígenas
La intervención policial a la marcha generó un punto de inflexión en el conflicto ya que posibilitó el descubrimiento y separación entre la emergencia de una agenda social genuina en torno al TIPNIS y otra contra agenda velada que nada tiene que ver con el proceso de cambio, los indígenas de tierras bajas, el TIPNIS y la ecología. Después de la intervención policial a la marcha, dicha contra agenda revela explícitamente sus contenidos e intencionalidades al conducir la atención de la opinión pública desde las reivindicaciones en torno al TIPNIS hacia el pedido de renuncia del Presidente Morales, hecho que sin lugar a dudas obstaculizaría y/o detendría el proceso de cambio, generando un escenario político adecuado para iniciar un contra proceso reaccionario.
El conflicto en torno al TIPNIS – envuelto en un manto de confusión - ha sido el escenario propicio para que las derechas nacionales y cruceñas (asistidas por una derecha internacional) intenten reinventar algún proyecto político con márgenes de legitimidad social. Es fundamental recordar algunos elementos centrales para esclarecer lo anterior: las derechas políticas nacionales y cruceñas se encuentran en una situación de crisis de super estructura al haber sido derrotado su proyecto político de autonomías departamentales como dispositivo de resistencia a un proceso de cambio en curso en el país; sin embargo, su estructura económica, institucional, corporativa, organizativa y sus cuadros siguen estando intactos. En otras palabras, asistimos a un momento (como en otras coyunturas en el pasado histórico) de resignificación de los dispositivos ideológicos y discursivos del bloque político de las derechas al cooptar demandas y reivindicaciones sociales legítimas para justificar la consecución de sus propios intereses que nada tienen que ver con las sensibilidades, luchas y reivindicaciones de la base social. La historia del secuestro de la base popular del proceso autonómico se repite. 
Los intereses de esta contra agenda de las derechas esta intrínsecamente vinculado con la interrupción del proceso pos constituyente, la reforma o eliminación de la actual Constitución y la derrota “social” del actual Gobierno. Dichos objetivos son perseguidos por las derechas nacionales (asistidas por las derechas internacionales) a través de una estrategia similar a la usada en el medio oriente: las rebeliones, revueltas y procesos disruptivos conocidos en la prensa internacional como la “primavera árabe”.  La posibilidad de una “primavera en tierras bajas” sería un recurso político para propiciar y reproducir (bajo el eje de la reivindicación del TIPNIS) diversos alzamientos populares en cadena que provoquen progresivas situaciones de inestabilidad y conflictividad social que desgasten la legitimidad, credibilidad, confianza e imagen del Gobierno.
Sin embargo, ante la magnitud de las consecuencias de una primavera política en el país, no sólo se perdería el debate societal que ha sido posicionado con la emergencia de la agenda del TIPNIS, sino que se perdería con éste la proyección histórica y política del movimiento indígena de tierras bajas.
Sin embargo, la rechifla que recibieron los políticos Germán Antelo y Samuel Doria Medina, por aparecer en la Plaza Murillo junto a la marcha muestra que por lo menos, en la multitud que recibió a los marchistas existe una claridad respecto a la legitimidad de las demandas, y su diferencia con los proyectos políticos de derecha.
Escenarios y contenidos de un debate impostergable.
 El debate societal tendrá que atender dos escenarios temporales que corren paralelos en el contexto de una gran crisis mundial con aristas económicas, energéticas, alimentarias, climáticas y por el acceso al agua: en el corto plazo, (el debate) deberá guiar al Gobierno en la articulación de un plan de contingencia que amortigüe los efectos de la crisis económica – financiera mundial y la fractura del sistema mundo capitalista brindando un “blindaje” a la economía nacional. En este escenario, la variable tiempo es fundamental para afrontar los impactos de un sistema mundial fracturado.
Paralelamente, se tendrá que articular la “tensión creativa” entre las agendas de octubre y la agenda del TIPNIS, gestionando una alternativa civilizatoria al paradigma moderno del desarrollismo industrial extractivo y depredador.  A su vez, trascender la trampa de la economía o capitalismo verde que propone un medio ambientalismo “light” y “fashion” que no aborda de raíz las causas estructurales de la crisis mundial, sino que administra los síntomas de las crisis.
La ecología plantea con vehemente urgencia los contenidos transversales al campo progresista del siglo XXI al cuestionar la relación de explotación – dominación del hombre sobre la naturaleza y al replantear el lugar que ocupa el ser humano en un nuevo equilibrio planetario en donde emergen los derechos de la tierra, los ecosistemas y los entes vivos no humanos. Las nuevas luchas en torno a los abusos, las asimetrías del poder y las aristas de la dominación no giran únicamente alrededor de los humanos – luchas que innegablemente permanecen inconclusas - sino que los siguientes procesos de emancipación deberán incluir a nuestro nuevo prójimo: la Madre Tierra, la naturaleza y sus ecosistemas.
Participaciones en el debate
La marcha es una manifestación de poder, una manifestación de identidad y de capacidad de movilización. Hay que ver la continuidad, secuencialidad de las 8 marchas desde donde los PITB se constituyen en fuerza política.

·         El tema de fondo es desarrollo a ¿corto o mediano plazo? ¿Qué (modelo de desarrollo) queremos los bolivianos? ¿Desarrollo a corto plazo o auténtico desarrollo a mediano y largo plazo? Una plataforma de desarrollo que parta desde el respeto a la madre Tierra. Si optamos por el corto plazo, quemamos el futuro y la posibilidad de desarrollo sostenible. Por eso este conflicto entre los indígenas de tierras bajas y el Gobierno tiene connotaciones políticas muy profundas para ambos actores.
Está en juego el respeto a la Constitución, respecto a la consulta a los pueblos indígenas, el proceso de los contratos con OAS, en un territorio indígena no siguió los pasos legales desde el principio y las demandas fueron desoídas. Por eso, el conflicto se complicó.
La CIDOB busca reconducir el proceso de cambio y reducir las contradicciones al interior del Gobierno. Los intereses de los cocaleros influyeron fuertemente para la construcción y la ampliación de la deforestación del TIPNIS.
A lo largo del proceso surgieron acusaciones que junto con la posterior represión ampliaron la resonancia mediática de la marcha y tuvieron el efecto de hacer crecer políticamente a sus actores.
Los medios de comunicación, en concordancia con los intereses de utilización de la marcha han realizado una campaña mediática que está azuzando la división, medrando políticamente con el conflicto, dándole una cobertura que jamás tenían anteriores marchas indígenas.
El MAS pone relevancia al debate “indígena”, pero de un tipo particular: el de los indígenas (originarios) de tierras altas Existe una instrumentalización del Gobierno respecto a los indígenas de tierras bajas, falta honestidad del Gobierno en su lectura pragmática respecto a la problemática de los indígenas de tierras bajas. Han sido devaluados porque demográficamente, éstos no representan muchos votos. Pero con los resultados de la marcha, se han posicionado como actores políticos importantes.
El conflicto del TIPNIS evidencia una debilidad al interior del Gobierno: el conflicto de poder entre líneas o concepciones de mundo: desarrollistas / industrialistas y “pachamámicos”. (Este conflicto tiene una doble dimensión, es de concepción de mundo y a la vez, es personal.)
El interés del Banco de Desarrollo del Brasil y los acuerdos del IRSA (e intereses estratégicos del Brasil, su sector privado desde el contexto del Brasil como BRICS y la crisis de la economía mundial), arremete contra los indígenas de tierras bajas. Este conflicto evidencia la fractura en el Pacto de Unidad.


[1] Para mayor desarrollo de éste tema ver la investigación La Reconfiguración del Campo Político Cruceño: de la lucha inter hegemónica a la lucha intra hegemónica de Helena Argirakis Jordán. 2011. PNUD.

[2] MAYORGA, FERNANDO: Escenarios Políticos Pos Gasolinazo. Conversatorio de Análisis Político para el PNUD – fBDM. Santa Cruz de la Sierra, abril de 2011
[3] LEÓN, OSVALDO: Entrevista a Boaventura de Sousa Santos: Incertidumbres y procesos contradictorios. Septiembre de 2011. http://alainet.org/rss.phtml

[4] GARCÍA LINERA, ÁLVARO: Las Tensiones Creativas de la Revolución. La Quinta Fase del Proceso de Cambio. Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Septiembre de 2011.